Altibajos emocionales cuando se pierde la vista

Texto por el usuario de Reddit Blind Insider

En algún momento una situación difícil se pondrá frente a ti, pero no para detenerte sino para empujarte a hacer uso de tu fuerza y tu coraje…

En el mundo la mayor parte de las discapacidades son adquiridas, es decir que sólo el porcentaje más bajo nació con ellas; la otra parte tuvo que enfrentar accidentes o enfermedades que conllevaron a su discapacidad actual.

Por desgracia, cuando una persona escucha la palabra discapacidad inmediatamente piensa en alguien que no puede hacer absolutamente nada por sí mismo y que durante toda su vida será dependiente de otra persona.

Lo anterior es totalmente equivocado, ya que si bien nadie te prepara antes de tener una discapacidad, hay muchos que te ayudan a entenderla y enfrentarla para vivir como cualquier otro.

Aun así el proceso es muy difícil, los estados emocionales por los que una persona tiene que pasar cuando le diagnostican una discapacidad son demasiados y constantes. Habrá quienes por ejemplo lo asuman desde el primer momento y empiecen a trabajar en ello, pero la mayoría entra en negación, pues es un colapso en sus vidas.

Hoy quiero enfocarme en las personas que tienen una discapacidad visual, porque sigue siendo muy complicado enfrentar la ceguera.

Las enfermedades más comunes dentro de la discapacidad visual son la retinitis pigmentaria, el glaucoma y la retinopatía en sus diferentes variantes aunque también ciertos tumores en el cerebro o enfermedades extrañas que se siguen investigando pueden derivar en la pérdida de la visión. Para quienes van perdiendo poco a poco la visión probablemente sea más fácil adaptarse a la situación, pero para aquellos que la pierden de una manera súbita, el shock emocional es devastador.

Muchos enfrentarán sentimientos tales como dolor, culpabilidad, depresión, ira, deseos de morir, aislamiento, etc.

Imagina que tú te levantas como cualquier día y haces tus actividades, hablas con amigos, das un paseo, vas al trabajo, ves la televisión, lees el periódico, juegas con tus hijos o con tu perro y finalmente te duermes. De seguro ni siquiera te detienes a pensar si al día siguiente podrás ver de nuevo, entonces ¿cuál sería tu primera reacción al abrir tus ojos la mañana siguiente y no ver absolutamente nada? Creo que la primera reacción es el pánico, ese miedo desmesurado a algo desconocido que nos está atacando.

Si en ese momento tienes la fortuna de contar con alguien a tu lado que te apoye para acudir al médico, tal vez te tranquilices un poco pero por desgracia hay millones de personas qué han enfrentado solas este proceso y después del pánico sintieron desesperación; desesperación por no saber qué hacer, por no encontrar el teléfono para llamar a alguien, por saber qué les está pasando y también desesperación por dejar de sentirse así.

Imagino que muchas personas que perdieron la vista comenzaron a llorar y se preguntaban ¿qué estaba pasando? Tratando de hacer memoria sobre algún acontecimiento fuera de lo común que los llevara a esta situación, de seguro su cabeza estallaba buscando posibilidades y soluciones que desgraciadamente no llegaban, las preguntas sin respuesta se acumulan en la cabeza y todo se vuelve una bomba de tiempo.

Inmediatamente habrá que ir al doctor y empezarán las preguntas de nueva cuenta, los estudios y la espera.

¿Por qué no existe una pastilla mágica que haga volver el tiempo y te regrese la vista? ¿Por qué a ti? ¿Por qué en este momento? ¿Qué hiciste mal? Esas de seguro fueron las preguntas que te estuvieron atormentando.

Indudablemente también sentirás coraje si el diagnóstico del doctor no es lo que tú esperabas o más bien no es lo que tú querías escuchar, también sentirás coraje porque el tiempo pasa lento y tú sigues ahí sin ver absolutamente nada, coraje porque la gente te dice que te calmes y que todo va a estar bien pero tú sabes que no es así.

El pánico, el dolor, la desesperación, el coraje y el llanto te harán sentir ganas de morir. Crees que tu vida ya no tiene sentido, que te volverás una carga o un estorbo para tus familiares, que esto sólo es el principio de un final horrible, sientes que tu vida se termina, ya no hay motivos para seguir adelante, no podrás levantarte de esto, simplemente no quieres hacerlo.

Te esfuerzas por crear imágenes visuales en tu cabeza, empiezas a detallar los rostros de tus seres queridos y quieres recordar hasta el más mínimo detalle de lo último que viste con la esperanza de qué tu cerebro le ordene a tus ojos volver a ver. Te aferras a tu fe, cualquiera que esta sea y comienzas a pedir que te ayude, repites mil y un veces que no eres una mala persona, que no te mereces esto, que si te da la oportunidad de volver a ver tratarás de enmendar tus errores, incluso a veces juras cosas que sabes imposibles de cumplir.

Tienes un largo día y te vas a dormir, aunque pasas horas sin poder hacerlo, pero cuando el sueño te vence y te despiertas al día siguiente vuelves a deprimirte porque la ceguera sigue ahí, no se ha ido, no fue una pesadilla. Empiezas a gritar o a llorar, necesitas que alguien se acerque a ti y te tranquilice, necesitas tocar a alguien conocido, te estás derrumbando de nuevo, te estás muriendo de nuevo.

De tanto que tu familia te repite que estarás bien, comienzas a creerlo y tú también lo repites a cada segundo en tu cabeza; obviamente esto no te puede estar pasando a ti, todo tiene una explicación y en pocos días tu vida volverá a ser la misma. Por desgracia cuando acudes de nueva cuenta al doctor y éste te dice que las noticias no son buenas maldices a todo el mundo aunque después te arrepientes y piensas que si sigues por ese camino te irá peor.

Tu cuerpo también se encuentra en estado de alerta, todo el tiempo estás rígido, temeroso, te sientes con un profundo cansancio, caminas lentamente y tus pies no se despegan del suelo pues tienes miedo de tropezarte y caer.

Pero no eres la única persona que sufre, tu familia y tus amigos sufren contigo. Esto los ha tomado a todos por sorpresa, les ha desmoronado su mundo, nadie sabe que vendrá después, nadie sabe qué pasará contigo y nadie sabe cómo ayudarte. Pero aunque se encuentren llenos de dudas estarán ahí.

Desafortunadamente hay otros qué se vuelven más débiles que tú y se alejan, te abandonan en el peor momento de tu vida para que enfrentes esto tu solo.

Y así transcurren muchos días, y el sube y baja de emociones nunca para, tu vida tal vez se detuvo pero el mundo no, el mundo sigue girando, el tiempo sigue corriendo y la vida sigue su curso normal.

Todo lo anterior es lo que viven muchas personas al perder la vista ya sea por una enfermedad o por un accidente, después indudablemente vendrá la etapa de aceptación o resignación. Es momento de trabajar en la situación y tratar de salir adelante como sea.

Ya tienes el diagnóstico, tu realidad está ahí frente a ti esperando tu decisión; si tienes la fortuna de contar con tu familia el proceso se volverá más fácil. Hay quienes empiezan por investigar más acerca de la discapacidad visual, se enfocan en experiencias de otras personas que han pasado por lo mismo, necesitan saber qué les espera a ellos también.

Sabemos que para nada será fácil, tu vida ha dado un giro de 180°. Nada volverá hacer igual, probablemente no puedas trabajar como lo hacías antes, probablemente no puedas realizar todas las actividades que hacías antes, probablemente haya que hacer reajustes en tu vida pero lo importante es no detenerte.

Al principio te sientes solo e incomprendido, pues la gente a tu alrededor nunca sabrá lo que se siente estar ciego y te empiezas a aislar del mundo, pero en algún momento encontrarás esa Red de apoyo en otras personas que viven en la misma situación. Alrededor del mundo existen millones de ciegos que están dispuestos a darte una mano y caminar contigo en este proceso.

Es necesario que entiendas que no eres la primera persona a la que le sucede pero tampoco serás la última y así como alguien te ayudó con su experiencia, tú también podrás ayudar a otros en su momento.

Hoy en día las tecnologías y los avances científicos permiten a las personas con discapacidad visual hacerse de herramientas que les faciliten su día a día. El hecho de poder comunicarte con cualquier persona en el mundo que te entienda y esté pasando por lo mismo que tú, sirve de terapia emocional.

El principio siempre será complicado, pero todo pasará y harás uso de tu resiliencia para adaptarte a los cambios y ¿por qué no? Vivir nuevas experiencias.

Debes estar consciente de que tal vez las cosas no serán como antes pero aquí no termina nada. Tú eres más que un par de ojos, tienes la capacidad de hacer muchísimas cosas sin poder ver eso te lo aseguro.

No está mal sentirse triste, pero no te quedes instalado en el dolor. Busca ayuda y déjate ayudar. Hay instituciones, asociaciones y grupos que se dedican a capacitarte en diferentes áreas de la vida para qué sigas avanzando y que la discapacidad visual no sea un impedimento.

En la medida de lo posible y cuanto antes mejor, aprende también a utilizar las tecnologías de asistencia que mejor se adapte a tus necesidades para que logres una mayor independencia y no te sientas incomunicado.

Finalmente el mejor consejo que te puedo dar es que no te des por vencido ni adoptes el papel de víctima, por el contrario agradece a la vida que a pesar de la discapacidad sigues en pie de lucha para demostrarte a ti y al mundo que puedes hacer las cosas y que tu valor, tu fortaleza y tus capacidades no se han ido.

Concéntrate en las cosas que puedes hacer bien a pesar de tu discapacidad y no te frustres por aquellas que ya no puedes realizar. No permitas que tu mente se vuelva a tu peor enemigo y te diga que no puedes hacer algo. Tú sabes que puedes, si tú confías en ti siempre lo lograrás.

Tal vez ya no tengas vista, pero sigues teniendo visión y es ella la que te llevará a alcanzar tus objetivos, así que nunca pierdas esa meta.